Cuidado con la haraganería

Algo que me encanta es platicar con mis hijos. Me encanta desarrollar esos conceptos «complejos» con niños pequeños: Es un reto emocionante. 

Pues platicando con uno de mis hijos, llegamos al tema de la haraganería. Sí, tener esa actitud en la vida en la que no quieres trabajar, no quiere esforzarte, no eres diligente para lograr aquello que necesitas o que te has propuesto. Claro que se trata de una actitud cómoda, pero le explicaba a mi hijo las terribles consecuencias de tal actitud y cuán fácil es caer en ella y cómo podemos evitarla. 

Al estar pensando en el tema, no me costó pensar en muchas personas que he conocido a lo largo de la vida que, por una actitud de haraganería, no consiguieron aquello que se habían propuesto… o peor aun, aquello que necesitan. La Biblia nos enseña conceptos como la fidelidad, la diligencia y el trabajo duro. Estas son características de los seguidores del Rey, y una actitud contraria no permite que la expansión del Reino se dé como el Rey lo demanda. 

Como platicábamos con mi hijo: Cuidado con la haraganería… no caigas preso de su comodidad…

El ministerio: ¡Qué bendición!

Ha sido un excelente fin de semana. Tuvimos un buenísimo tiempo con varias parejas jóvenes en el que estudiamos una de las implicaciones de ser «una sola carne»… buen ambiente, buenos amigos, buen tiempo en la Biblia… Al día siguiente dimos inicio a las reuniones regulares de los grupos de jóvenes, «graduando» a varios de ellos hacia la siguiente estructura y reanudando nuestro estudio del libro de Ester… me gustó mucho. Luego, el domingo dos cultos muy buenos; muchos invitados que nos visitan luego de Casa del Juicio, varias profesiones de fe y un buenísimo ambiente que ayudó a la asimilación de una excelente exposición de la Biblia. 

Y es que el ministerio es una bendición. Poder ser parte de la expansión del Reino de Dios es simplemente lo mejor que puede haber. No estoy diciendo que el «ministerio a tiempo completo» es lo mejor (aunque debo confesar que no lo cambiaría por nada)… Estoy diciendo que ser parte de la obra de Dios es de lo mejor que puede haber. La satisfacción de estar realizando el propósito por el cual el Rey te ha creado, no tiene igual. 

Siempre que tengas la oportunidad de servir al Señor, no la desperdicies, no la des por sentado, no la desaproveches. Dios quiere usarnos para impactar a esta sociedad, allí, en la posición que Dios te ha dado…

Un plan más grande que nosotros mismos

Dios tiene un plan que es más grande que nosotros mismos. Cuando no entendemos esto, la tendencia es a pensar que todo gira alrededor de nosotros. Por el contrario, un creyente que entiende este principio y lo aplica a su propia realidad, logra ver cada suceso como una tremenda oportunidad para ser parte del plan del Rey. Te propongo que Dios te ha puesto en el lugar y las circunstancias en las que te encuentras para lograr algo más grande de lo que puedes ver. 

Ese fue exactamente el caso de Mardoqueo, el padre adoptivo de Ester. En el capítulo 2 del libro de Ester se nos cuenta que Mardoqueo se encontraba sentado en la puerta, es decir, estaba haciendo su trabajo. Estaba en el lugar que le correspondía estar. De hecho, te propongo que se estaba viviendo una gran injusticia de parte del rey Asuero para quien él trabajaba. Pero aún así, Mardoqueo estaba en el lugar en que le tocaba estar. El relato nos cuenta que por estar allí, Mardoqueo se da cuenta de un complot que se estaba gestando en contra de su jefe (el rey), y Mardoqueo hizo su trabajo: Denunció tal complot. Mardoqueo no se imaginaba la manera en que Dios iba a utilizar este hecho en el futuro. Pero Dios le había puesto a trabajar allí por un propósito más grande que Mardoqueo mismo: La preservación del pueblo Judío y, por lo tanto, la posibilidad del nacimiento del Mesías. 

No sé cuál sea tu posición en la vida, pero nunca la consideres demasiada «baja» o desventajosa… Dios tiene un plan más grande que tú y quiere usarte. Tampoco la considere demasiado «elevada» o lograda por tus méritos… Dios tiene un plan más grande que tú y quiere usarte. 

Veo que se puede…

He aquí la hora viene, y ha venido ya, en que seréis esparcidos cada uno por su lado, y me dejaréis solo; mas no estoy solo, porque el Padre está conmigo.

Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo. 

Juan 16:32-33

Imagina el escenario: Jesús está expresando sus últimos pensamientos, sus últimas palabras a sus discípulos. Él les ha dicho que está a punto de morir, a punto de partir hacia la presencia del Padre y de dejarlos, de enviarlos a una misión trascendente pero sin que Él esté con ellos «físicamente». Él les ha dicho que será traicionado, que será abandonado por sus amigos y que entrará en un proceso de sufrimiento terrible. En ese contexto vemos al Maestro en paz… con gozo… enfocado en la gloria eterna. Simplemente me impacta. 

Es una paz que veo en la vida de creyentes que me edifican mucho. ¿Los has visto? Personas que están pasando por diversas pruebas, pero los ves con gozo y paz. Y es que han logrado entender que, como nos dijo el Maestro, en Él tendríamos paz. Me encanta ver que no ignoran, ni tratan de hacer a un lado la realidad del problema… saben que «en el mundo tendremos aflicción». Pero aun en medio de esas aflicciones, pueden tener paz en Él. 

Se puede… de hecho, Él habló estas cosas para que en Él tengamos paz, aun en medio de las aflicciones de este mundo. Ya nos lo demostró el Maestro… y podemos verlo en la vida de otros creyentes…

Obedece lo que sabes…

Al estar estudiando la Biblia con una pareja amada, veíamos que algo vital en la vida cristiana es la obediencia. Un creyente que no está en la lucha constante de obedecer lo que cree, en realidad no está viviendo la vida cristiana de las Escrituras. 

Y es que cuando obedeces lo que entiendes, entonces tendrás la oportunidad de entender otras cosas que debes obedecer Alguien dijo que funciona como las luces de un carro: No iluminan todo el camino hasta tu destino «de una sóla vez»; más bien iluminan los siguiente pocos metros, y avanzar de acuerdo a esa luz que tienes, da lugar a más metros con luz… y así hasta llegar a tu destino. Sucede de la misma manera, cuando caminamos a la luz de Su palabra, al obedecer lo que logramos ver, da lugar a más luz para obedecer. 

¿Básico? Por supuesto… ¿Relevante? Definitivamente. Te hago el reto que nos hicimos anoche con esta pareja: Obedece lo que sabes y Dios te mostrará el siguiente paso a obedecer.